lunes, 1 de agosto de 2011

Fiesta de la Pachamama y signos de la presencia de Dios.

Una de las herencias del imperio incaico en nuestras tierras, fue la veneración a la Madre Tierra. Según Juan Alfonso Carrizo, historiador, la denominación correcta es Mamapacha, ya que así se la denomina en el Perú.

En esta fiesta, que se festeja cada 1º de Agosto, además de pedir y agradecer a la Madre Tierra por las cosechas y el ganado, se busca su protección al viajar por los caminos de montaña, junto a los cuales siempre hay apachetas hechas en su honor. Son montones de piedras donde el que pasa deja como ofrenda alguna hoja de coca o una piedra más.

Sin dudas hay muchos signos de la presencia de Dios en toda persona y en cada cultura y este es uno de ellos.

Uno de los testimonios de un fuerte diálogo intercultural con aborígenes en el Gran Chaco es el de los Misioneros Menonitas. En la abundante bibliografía publicada se nos describe el proceso vivido por los equipos misioneros.   Un largo proceso que consistió en ir abandonando un modelo de misión que podríamos llamar “convencional” caracterizado por un estilo paternalista y conquistador, para ir construyendo un estilo alternativo: caminar al lado de otras personas que también están buscando la Vida. Y hacerlo respetando sus culturas, sin actitudes de superioridad, sino con la debilidad y la vulnerabilidad que caracterizaron a Jesús.


Para comprender algo de este proceso y de este caminar, transcribiré a continuación algunos conceptos y testimonios que fui encontrando en estas páginas.

1.- Cada persona y cada cultura tienen algo de Dios. Dios está presente y activo en ellas y se manifiesta de alguna manera. Una de estas manifestaciones es su respectivo proyecto de vida: cada cultura elabora la imagen de un estado, un lugar, una vida mejor hacia la cual quiere ir caminando. Llámese utopía, shalom, tierra sin males. Llámese cielo nuevo y tierra nueva, o banquete de las bodas eternas…

2.- Nos encontramos también con páginas en las que aparece esta pregunta: ¿qué signos de vida descubrimos en una cultura, y que son algo así como huellas de la presencia de Dios? Y a renglón siguiente se van enumerando algunos de esos signos. Se nos habla, por ej. de la cosmovisión tradicional que tienen los Toba-Qom, su concepción de la tierra cuidada por seres espirituales; su visión de la vida como una lucha por mantener el estado de equilibrio y armonía con todo el universo creado; y su concepción de la enfermedad como el resultado de acciones que quiebran ese estado de armonía.

3.- En otros pasajes se nos describen los valores que fueron encontrando los misioneros en los pueblos que visitaban, y se nos alerta por el peligro que tiene todo misionero de desviarlos y hacerles perder esos valores.

4.- Dignas de una mención muy especial son las pautas que nos dan los autores de “Misión sin conquista” para visitar las comunidades indígenas. Subrayamos algunas:

  • 1) Lo primero que tendríamos que hacer es “quitarnos los zapatos” como Moisés ante la zarza. La tierra que pisamos es santa.
  • 2) No olvidemos que Dios ya estaba allí desde mucho antes de nuestra visita.
  • 3) Abandonemos todo mesianismo y omnipotencia. Tengamos más bien la disposición de recibir antes que de dar. De aprender antes que de enseñar.
  • 4) Evitemos también todo paternalismo, dádiva o limosna que sepulte la responsabilidad de la gente del lugar.
  • 5) Nunca, pero nunca, hagamos una promesa. No tengamos temor de pedir ayuda y consejos a la gente. Si permitimos que alguien nos ayude, puede ser que ellos también nos permitan ayudarlos.
  • 6) Los indígenas son dueños de su propio destino, y, como nosotros, capaces de decidir su propio camino. Si nosotros queremos acompañarlos, podremos hacerlo con su permiso. Pero las decisiones las tienen que tomar ellos. Ellos, mejor que nadie, conocen cuáles son los problemas y cuáles las soluciones.
  • 7) El tiempo de las visitas es un tiempo en que Dios puede querer hablarnos de una manera especial. Por eso hace falta que estemos atentos al Espíritu Santo y su Palabra para escuchar su voz.

5.- Recordemos finalmente algunas de las páginas que revelan esa actitud de autocrítica humilde que debe cultivar todo misionero y que es imprescindible para un diálogo intercultural y religioso. Conviene –dicen- examinarnos sobre nuestra propia inculturación del evangelio, para evitar que nosotros seamos un obstáculo en el peregrinar espiritual del indígena. Y añaden más adelante: los indígenas, con su enfoque cultural poco afín a nuestro estilo de vida materialista, son un constante desafío a nuestras formas de entender y de vivir el evangelio.

6.- Al acompañar a estos pueblos indígenas chaqueños durante más de cuarenta años, ha quedado grabada indeleblemente en nuestras almas la inmensa realidad de un Dios de inconmensurable poder y amor, que no hubiéramos conocido de no haberlo experimentado entre nuestros hermanos creyentes indígenas del Chaco.

Esto nos ha hecho comprender que cada pueblo tiene su propia historia, su propia manera de hacer frente a su realidad. Y que todo concepto nuevo es recibido y reinterpretado a la luz de la experiencia de ese pueblo.

Es imposible que un pueblo responda auténticamente a Dios de otra manera que no sea la suya propia. Cuando, con suma facilidad, nos dejamos convencer de la superioridad de nuestro entendimiento para determinar la forma en que debe expresarse la fe cristiana, nos defraudamos a nosotros mismos, y nos privamos de contemplar la gloria de Dios en su plenitud.

Fuente: Misión sin conquista con aborígenes del Gran Chaco - Un rico testimonio de diálogo interreligioso, por Néstor Gastaldi.

1 comentario:

  1. siento que eso hacia jesus ,caminar junto a la gente ,hemos perdido esta perspectiva,asumiendonos como dueños de la verdad,olvidando lo mas importante ...el amor al hermano y el respeto que se le debe a su cultura..
    Gracias ,una nota hermosa para la reflexión!!!

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