viernes, 28 de abril de 2017

Ordenación Diaconal de Luis María Stáffora

Claudia, Luis María Stáffora (futuro Diácono), Blanca y Ernesto
Con inmensa alegría invitamos a todos los hermanos y hermanas de la Parroquia Ntra. Sra. de la Paz a la Ordenación Diaconal de nuestro hermano y amigo Luis María Stáffora.

Será el próximo jueves 25 de mayo, desde las 11 de la mañana en la casa Santo Cura Brochero, cuando el Padre Obispo Carlos José Tissera impondrá sus manos para ordenar para el servicio del diaconado permanente a 11 personas. 

Ellos son Guillermo Mario Bizin, de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, Hernán Jorge Rollano, de la parroquia Anunciación del Señor, y Luis María Stáffora, de la parroquia Nuestra Señora de la Paz (Decanato Quilmes Centro); Leonardo Oscar Giménez y Leonardo Irala Troche, de la parroquia Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, Roberto Daniel González, de la parroquia Espíritu Santo, Ramón Aníbal Lezcano, de la parroquia San Juan Bautista, Alberto Fabián Montellano, de la parroquia San Cayetano; Jorge Antonio Monzón y Omar Gregorio Sosa, de la parroquia San Francisco Solano (Decanato Quilmes Oeste II); y Ángel Aníbal Godoy Silva, de la parroquia San Francisco de Asís (Decanato Florencio Varela).

Recuerden que la cita es a las 11 de la mañana en la casa Santo Cura Brochero (Trenque Lauquen 2551, Bosques).

Al concluir la misa se realizará un almuerzo a la canasta para festejar como comunidad diocesana este acontecimiento tan importante para nuestra Iglesia particular de Quilmes. La invitación es abierta a todos, quienes deberán llevar solo la comida para compartir en el almuerzo, ya que las bebidas serán invitación de los futuros diáconos.

También se invita a todos aquellos que quieran desplegar sus capacidades artísticas para animar la tarde.

sábado, 15 de abril de 2017

Mensaje Pascual 2017

“Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor” (Sal. 117, 1)

Hermanas y hermanos:
¡FELICES PASCUAS!

La persona de nuestro Señor Jesucristo es el centro y esencia de nuestra vida cristiana. A Él alabamos, bendecimos y damos gracias especialmente en estos días santos. El misterio de su muerte y resurrección abrazan nuestra vida entera. Más que nunca en estos días suena fuerte la exclamación de cada Misa: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!”.

Toda la Cuaresma ha sido una preparación para renovar nuestro encuentro con Jesucristo, o al menos, para tomar una decisión de dejarnos encontrar por Él (cfr. EG 3). Hemos descubierto que Dios no se cansa de perdonar, más bien descubrimos que somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Por eso, en esta Pascua, decimos con el Salmo: “Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor” (Sal. 117, 1).

Cristo es nuestra esperanza. No tenemos puesta toda nuestra esperanza en personas o proyectos humanos. Como creyentes nuestra fe y esperanza están en Dios. En Jesucristo se renueva nuestro amor a la vida, a nuestro prójimo. La Resurrección de Cristo, que da su vida por los amigos, da sentido a la cruz que todos llevamos, y nos estimula a ayudar a los demás para llevar su cruz. Su Espíritu nos anima en la alegría de servir. Ante las muchas dificultades que vivimos personalmente y como sociedad, no aflojamos en el compromiso de servir, siguiendo el ejemplo de Jesús que lava los pies a sus discípulos y nos manda: “Hagan ustedes lo mismo”.

Decía el beato obispo Oscar Romero: “La Semana Santa es un llamamiento a seguir las austeridades de Cristo, la única violencia legítima, la que se hace a sí mismo Cristo y nos invita a hacérnosla a nosotros mismos: ´el que quiera seguirme, niéguese a sí mismo´, violéntese a sí mismo, reprima en él los brotes de orgullo, mate en su alma los brotes de avaricias, de codicias, de soberbias, de orgullo. Mate eso en su corazón. Esto es lo que hay que matar, ésa es la violencia que hay que hacer para que allí surja el hombre nuevo, el único que puede construir una civilización nueva, una civilización del amor”. “Es necesario, hermanos, derribar tantos ídolos, el del yo ante todo, para que seamos humildes, y sólo desde la humildad sepamos ser redentores, sepamos ser colaboradores de la verdadera colaboración que el mundo necesita. Liberación que se grita contra otros, no es verdadera liberación. Liberación que procura revoluciones de odios y de violencias, quitando la vida de los demás o reprimiendo la dignidad de los otros, no puede ser verdadera libertad. La verdadera libertad es aquella que se hace violencia a sí misma y, como Cristo, casi desconociéndose que es soberano, se hace esclavo para servir a los demás” (19 y 23/03/1978) (Mons. Oscar Romero. “La violencia del amor”. Sal Terrae. Pgs. 55-56).

En este año, en que nuestra diócesis desea “Renovar el servicio”, mirándolo a Jesucristo muerto y resucitado, nos hacemos cercanos al dolor de los sufrientes, los más pobres y descartados, los ancianos y niños más olvidados, los sin techo, sin trabajo; los maltratados y perseguidos. Compartimos el dolor de las familias que pierden a sus seres queridos de modo violento, jóvenes vidas truncadas, como Micaela García, de Entre Rios, o también el policía José Zurita, de Ezpeleta, ambos con vocación de servicio a la sociedad. Frente a las embestidas del mal y las injusticias, en todas sus formas, no nos acobardamos, sino que queremos “vencer al mal a fuerza de bien” (Cfr. Rm. 12, 21), porque tenemos esperanza.

Queremos “Renovar el servicio”, y nos animan las palabras del beato obispo mártir Oscar Romero: “No sería Cristo redentor si no se hubiera preocupado de dar de comer a las muchedumbres que tenían hambre, si no hubiera dado luz a los ojos de los ciegos, si no hubiera sentido angustia por las muchedumbres marginadas que no tienen quien los ame, quien los ayude. También la promoción, también el aspecto político y social le interesa al cristianismo. No sería completa la redención si no tuviera en cuenta estos aspectos del Cristo que quiso ser precisamente el ejemplo de un oprimido bajo un imperio poderoso, bajo una clase dirigente de su pueblo que lo desplazó en su fama y en su honor, y lo dejó crucificado”.

En esta Pascua saludo y expreso mi agradecimiento a tantas personas que sirven a los demás con gran generosidad, la mayoría en el silencio y en el anonimato. Cientos de hermanas y hermanos que se desempeñan en las diversas áreas de la pastoral.

Agradezco a todos los que han colaborado en la “Campaña de Fraternidad – Cuaresma 2017”, promovida por Caritas diocesana, para la construcción del Refugio “Jorge Novak, amigos de los pobres”, para las personas en situación de calle, y también para asistir a los inundados.

Agradezco sus oraciones y sigo encomendándome. Para ustedes y sus familias:

¡FELICES PASCUAS!

Dios los bendiga y la Virgen santa los cuide
 
+ Carlos José Tissera
Obispo de Quilmes

Quilmes, 14 de abril de 2017.